La naturaleza de la experiencia espiritual es probablemente el tema más interesante y difícil de la literatura cristiana. Es interesante porque se refiere a la vida humana en todas las etapas observables, desde la infancia hasta la muerte, y abarca todas las emociones y comportamientos posibles en un cristiano. Es difícil porque el tratamiento adecuado del tema plantea inmensas exigencias al autor. Trazar la santificación y la recaída, tal como aparecen en la conciencia humana, presupone una sólida teología bíblica, así como una espiritualidad y un conocimiento pastoral tan amplio como para interpretar todas las variedades de tipo que se producen.
Archibald A. Alexander, “el Shakespeare del corazón cristiano” como a menudo se le llamaba, fue pastor y predicador durante más de veinte años en una época de avivamiento, y luego sirvió por más de cuarenta años como profesor en el Seminario Teológico de Princeton. Este volumen recoge la mejor sabiduría de su vida. Se trata de un volumen lúcido y fascinante, casi único en el campo que abarca, y su compresión del nuevo nacimiento, el crecimiento cristiano, la guerra espiritual, la caída y restauración, así como la consejería y preparación para la muerte. Este es el primer volumen de la Colección Teólogos de Princeton, una colección que contendrá las obras principales de los teólogos del viejo Princeton, como Archibald Alexander, Benjamin B. Warfield, Charles Hodge, entre otros.

“El mundo cristiano tiene una deuda muy grande con Archibald Alexander. En este libro encontramos la riqueza doctrinal, la penetración espiritual y el sabio discernimiento que treinta y nueve promociones sucesivas de estudiantes saborearon, y por los que sus ministerios quedaron permanentemente marcados. Una obra que debe ser muy atesorada.”
Sinclair B. Ferguson

"Archibald Alexander no sólo es uno de mis favoritos, sino que habla como si me conociera como un amigo. Ese es el sentimiento de muchos que lo leen, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. “Me habla al corazón”, dice mi esposa. Las experiencias de un cristiano, desde el nuevo nacimiento hasta la muerte, son tan variadas y misteriosas que se requiere el amor y la sabiduría de Cristo para hablar de ellas con seguridad. No hay un modelo que sirva para todos. Esta gracia le fue concedida a Alexander. Los que le conocieron bien, como el Dr. A. A. Hodge, no consideraron excesivo decir de él que: “Más que ningún otro hombre de su generación, parecía estar dotado del conocimiento y revestido de la autoridad de un profeta enviado inmediatamente por Dios”.
Iain H. Murray